Esta mañana he leído dos artículos muy interesantes de temas tan importantes como la salud y la educación en nuestro país. Me permití copiar uno de ellos de su original publicado en El Periódico de hoy 23 de junio de 2010. Lo comparto para juntos podamos discutir a cerca del tema, pero más que discusión ver cuál será nuestro aporte a unos de los tantos males en nuestra Guatemala.
Mejorar la salud requiere voluntad
Pedro Prado
Con la visita reciente del Relator de las Naciones Unidas (ONU) sobre el Derecho a la Salud, Anand Groved, y sus conclusiones preliminares dadas a conocer por los medios de comunicación –“...Se mostró preocupado porque en lugar de aumentar la inversión pública en salud, ha disminuido en las dos últimas décadas, y la que se hace se realiza en gran parte a nivel terciario… Esa situación se vuelve más dramática entre los pueblos indígenas, donde existe una alarmante escasez de recursos”. elPeriódico, 19 de mayo de 2010–, nos damos cuenta que las dificultades en ese sector continúan y sin que haya señales de ser superadas en el mediano plazo; su solución se complica frente a los eventos naturales cada vez más recurrentes que hacen más vulnerable el bienestar de la población. Se evidencia de nuevo la insuficiencia de recursos para atender tal problemática o la falta de compromiso de parte de quienes han tenido la responsabilidad del manejo de estos servicios, sobre todo en el área rural del país.
Está demás en esta ocasión hacer referencia al porcentaje con respecto al PIB que representa el gasto público en salud con relación a otros países en mejor situación, tampoco es necesario recordar los compromisos que el Estado ha suscrito para mejorar este servicio público; la realidad es que urge cambiar muchas cosas para avanzar en la solución del problema, especialmente la necesidad de cambiar voluntades.
Sí, voluntades: voluntad de llevar a cabo más acciones, por ejemplo en el tema de la seguridad alimentaria y nutricional; voluntad de recortar gasto público en rubros no prioritarios para recanalizarlos a la salud, voluntad de tomar decisiones en materia de políticas públicas orientadas a superar los tremendos déficits que muestra el país en esta materia; voluntad de contribuir justamente desde donde corresponda para ampliar la cobertura de los servicios del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social; voluntad de pagar al fisco lo que cada quien debe pagar para fortalecer las finanzas públicas; voluntad de administrar de forma transparente y eficiente los recursos; voluntad de mejorar el nivel de los servicios públicos, etcétera.
La calidad de la gestión pública debería reflejarse entre otros aspectos en la mejora de este tipo de servicios y el acceso a los mismos, sobre todo en aquellos que se concentren en la salud preventiva, porque está demostrado que es más barato prevenir un problema que atacarlo cuando ya existe. Con respecto a este derecho, la Constitución Política de la República establece: “…el goce de la salud es derecho fundamental del ser humano, sin discriminación alguna”. Si se garantizara a cabalidad este derecho, el país tendría mejores oportunidades para la niñez, mejores oportunidades en educación, toda vez que es difícil pensar en mejorar el rendimiento académico de los estudiantes si estos no gozan de buena salud y mejores oportunidades de desarrollo económico y social, tampoco puede hablarse de mejorar el nivel educativo de la población ni de la productividad si los trabajadores no están saludables.
En conclusión, debe atenderse la urgencia de velar por una sociedad sana que pueda crecer en términos de desarrollo humano, que se refleje en mejor educación, bienestar y mejores condiciones de vida. Ojalá tales condiciones, así como la vulnerabilidad del país ante los desastres naturales, también sean consideradas por los partidos políticos que en el futuro cercano presentarían sus propuestas de planes de trabajo, tomando en cuenta el impacto de este sector en los indicadores del nivel de desarrollo económico y social del país.
Fuente: Sección opinión del diario El Periódico.