No hay duda que el amor mueve todas las barreras que puedan existir, Melvin Osorio es una prueba de ello. Acompáñenos a conocer un poco más de este ejemplo.
Melvin Giovanni es un niño de 12 años, cabello lacio y nos cuenta que vivía en San Antonio Ilotenango, departamento de Quiché.
Hace 25 días emigró de su casa y solamente cursó sexto primaria, debido a que en casa no hay suficientes recursos para poder costear sus estudios, al tiempo indica que no le gusta estudiar, hay cosas que no se me quedan y que no entiendo, a la seño no le gustaban mis trabajos y yo no los podía hacer, nos dice e inclina el rostro.
Vive en compañía de 4 de sus 9 hermanos, a quienes admira y quiere imitar, el tercero de mis hermanos que vive conmigo es carnicero y a mí me gustaría trabajar como él, pero también quisiera trabajar en una tienda, dice observando a su alrededor, mientas en su tierno rostro de tez morena se observan algunas manchitas que denotan deficiencia vitamínica en su organismo.
Le preguntamos ¿Qué diferencias ha encontrado de su pueblo con la ciudad? Melvin responde, pues en Quiché mi casa no tiene piso y es de adobe, aquí sí y vivimos en El Hermano Pedro, -asentamiento que se encuentra en la zona 21 de la capital-, ya me acostumbré y solamente extraño mucho a mis papás y a Elías, mi mejor amigo, con el jugaba todas las tardes, nos dice, mientras su mirada pareciera perderse en los tiempos vividos, se escucha también un suspiro de añoranza.
Aún cuando las oportunidades para Melvin en este momento son escasas debido a su corta edad, -pues no cualquier empresa tomaría sus servicios- le preguntamos cuál es el propósito de su venida a la capital. El pequeño responde que desea ayudar a sus papás, y que por eso ha decido quedarse a vivir acá para poder enviarles dinero.
Sus esfuerzos por cumplir su anhelo han iniciado y en una pequeña caja de madera, pintada de color negro, un banco de la misma dimensión y todos sus utensilios de lustre, que compró con sus ahorros, se pasea por los corredores del Mercado Satelital de la Colonia Nimajuyú zona 21, ofreciendo sus servicios como lustrador de zapatos, en ella también guarda sus sueños.
Para finalizar nuestra entrevista le preguntamos ¿Qué le gustaría conocer de la ciudad? Melvin respondió con una pequeña sonrisa y en él despertó el brillo de sus tiernos ojos café diciendo, no conozco la zona 10 y me gustaría ir al IRTRA, tampoco conozco el mar –parecía imaginárselo- quisiera ir al puerto de Champerico, finalizó mientras efectuaba un lustre.
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