Seguidores

lunes, 22 de febrero de 2010

Tito Monterroso y la fábula de la Rana...

La Rana que quería ser una rana auténtica
Había una vez una Rana que quería ser una Rana auténtica, y todos los días se esforzaba en ello.
Al principio se compró un espejo en el que se miraba largamente buscando su ansiada autenticidad.
Unas veces parecía encontrarla y otras no, según el humor de ese día o de la hora, hasta que se cansó de esto y guardó el espejo en un baúl.

Por fin pensó que la única forma de conocer su propio valor estaba en la opinión de la gente, y comenzó a peinarse y a vestirse y a desvestirse (cuando no le quedaba otro recurso) para saber si los demás la aprobaban y reconocían que era una Rana auténtica.

Un día observó que lo que más admiraban de ella era su cuerpo, especialmente sus piernas, de manera que se dedicó a hacer sentadillas y a saltar para tener unas ancas cada vez mejores, y sentía que todos la aplaudían.

Y así seguía haciendo esfuerzos hasta que, dispuesta a cualquier cosa para lograr que la consideraran una Rana auténtica, se dejaba arrancar las ancas, y los otros se las comían, y ella todavía alcanzaba a oír con amargura cuando decían que qué buena Rana, que parecía Pollo.

Lo denotado: La rana deseaba ser autentica. Se afanaba por ser reconocida como autentica, se esforzó tanto para serlo que terminó su vida escuchando los comentarios de los que se la comían, quienes la comparaban con un pollo.

Lo connotado: La búsqueda de aceptación, el amor por lo superficial y la falta de identidad pueden conducir a un individuo a la desilusión y autodestrucción, pues al final de tanto esfuerzo por lograr la admiración de los demás, termina por conseguir lo opuesto de aquello que tanto deseó.

La propuesta ideológica: Para ser auténtico, solo necesitas ser como eres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario