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viernes, 5 de febrero de 2010

¿QUÉ LES QUEDA A LOS JÓVENES?

¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de paciencia y asco?
¿sólo grafitti? ¿rock? ¿escepticismo?
también les queda no decir amén
no dejar que les maten el amor
recuperar el habla y la utopía
ser jóvenes sin prisa y con memoria
situarse en una historia que es la suya
no convertirse en viejos prematuros

¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de rutina y ruina?
¿cocaína? ¿cerveza? ¿barras bravas?
les queda respirar / abrir los ojos
descubrir las raíces del horror
inventar paz así sea a ponchazos
entenderse con la naturaleza
y con la lluvia y los relámpagos
y con el sentimiento y con la muerte
esa loca de atar y desatar

¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de consumo y humo?
¿vértigo? ¿asaltos? ¿discotecas?
también les queda discutir con dios
tanto si existe como si no existe
tender manos que ayudan / abrir puertas
entre el corazón propio y el ajeno /
sobre todo les queda hacer futuro
a pesar de los ruines de pasado
y los sabios granujas del presente.

Mario Benedetti.

1 comentario:

  1. Aquí si desapruebo la visión de Benedetti, no porque no sea verdad o real; más bien por el tono que le da, como dije antes, sus escritos son una mezcla de ironía y sarcasmo (podemos amarlo u odiarlo). Pero que nos dice la simple definición de ironía: dos verdades que se contraponen. Así que por esto, yo entiendo que la verdad que se observa desde afuera, no es la misma de la que se vive individualmente, aunque en la práctica sea vista como equitativa. Según los adultos ya provistos de experiencias adquiridas gracias a los aciertos como también en los desaciertos, o mejor dicho equivocaciones; creen que lo que nuestra generación hace, en sus tiempo ellos no lo hubieran hecho, pues se equivocan, todos los jóvenes actuamos por impulso y no contrariedad, lo que ha cambiado es la realidad y el tiempo. Las cosas que son novedosas ahora ya no lo serán mañana. Pero ojo… no estoy diciendo que los jóvenes de ahora actúan bien por seguir sus instintos, o para simplificar más… sus estupideces, alimentadas por el estrógeno y la testosterona. Simplemente, que no está bien definir algo desde una ventana, sin haber entrado por la puerta.

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